Las Migraciones del continente atlante a todo el mundo

 EMIGRACIONES


Tres causas contribuyeron a producir las emigraciones. Los semitas y los acadios fueron también razas colonizadoras hasta cierto punto. Debe tenerse en cuenta que cuando los atlantes llegaron al zenit en la época tolteca, la proporción de habitantes por milla cuadrada en la Atlántida igualaba probablemente si no excedía, a la actual en Inglaterra y Bélgica. Al fin vinieron las emigraciones dirigidas por los sacerdotes antes de cada catástrofe, de las cuales hubo muchas más que las cuatro mayores a que se ha hecho referencia.


Los reyes iniciados y los sacerdotes que seguían la «buena ley» , sabían de antemano las calamidades que amenazaban. Es de notar que en los postrimeros días, los gobernantes del país sentían profundamente estas emigraciones conducidas por los sacerdotes, porque despoblaban y empobrecían sus reinos, y llegó a ser necesario a los emigrantes embarcarse en secreto durante la noche. Al trazar en globo las diferentes direcciones seguidas por cada raza en su emigración, vamos a parar, en último resultado, a las tierras que sus respectivos descendientes ocupan hoy día. Las primeras emigraciones fueron las de la raza Rmoahal.

Se recordará que la parte de esta raza que habitaba las costas del Nordeste, fue la única que conservó su pureza de sangre. En el período del segundo mapa no quedaban, en la entonces reducida Atlántida, Rmoahales puros, sino que ocupaban el promontorio septentrional del continente que al Oeste se estaba formando, así como el dicho cabo de la Groenlandia y las costas occidentales de la gran isla escandinava. Bretaña y Picardia formaban entonces parte de la isla escandinava, la cual, en el período del tercer mapa, llegó a constituir una porción del continente europeo, a la sazón en crecimiento. Y precisamente en Francia es donde se han hallado los restos de esta raza en los yacimientos cuaternarios, pudiendo considerarse al «hombre de Furfooz», braquicéfalo o de cabeza redonda, como el tipo medio de aquélla en la época de su decadencia.

Obligados muchas veces a encaminarse hacia el Sur por los rigores de un período glacial, y empujados otras tantas hacia el Norte por sus poderosos enemigos, los esparcidos y degradados restos de los Rmoahales se encuentran hoy día entre los modernos lapones, aunque mezclados con otra sangre. Así, estos débiles y empequeñecidos ejemplares de la humanidad vienen a ser los descendientes en línea recta de la raza oscura de gigantes que tuvo origen en las comarcas ecuatoriales del continente de Lemuria, hace cerca de cinco millones de años. En el período del segundo mapa sus descendientes se hallaban establecidos en las costas occidentales del continente americano, entonces en vías de formación , y asimismo en las costas situadas en la extremidad del Sur . Allí se mezclaron con la población indígena de origen lemur, formando así la raza dravídica.

Andando el tiempo, recibieron estos a su vez una infusión de sangre aria o de la quinta raza, a lo cual se debe la complejidad de tipos que hoy se encuentra en la India. En el período del cuarto mapa, el pueblo tlavatli ocupaba las comarcas meridionales de la América del Sur, de lo cual puede inferirse que los patagones tuvieron probablemente un abolengo tlavatli. Restos de esta raza así como de los Rmoahales, se han encontrado en los yacimientos cuaternarios de la Europa central, y el hombre dolicocéfalo de Cromagnon puede considerarse como el tipo medio de la raza tlavatli en su decadencia, al paso que los habitantes de los lagos de Suiza constituyeron un retoño mucho más moderno y no del todo puro. El único pueblo que puede citarse como tipo de sangre pura de esta raza al presente, es el que forman algunas de las tribus indias de color oscuro de la América del Sur.

Los birmanos y siameses tienen también sangre tlavatli en sus venas, si bien mezclada y aun dominada por la de una familia más noble de procedencia aria. Vamos ahora a tratar de los toltecas. Sus emigraciones se dirigieron principalmente hacia el Oeste, por lo que las costas vecinas del continente americano estuvieron pobladas, en el período del segundo mapa, por toltecas de pura raza, siendo mestizos la mayor parte de los que quedaron en el continente madre. La raza se extendió y vivió en estado floreciente en ambas Américas, donde miles de años más tarde establecieron los imperios de México y del Perú.

El curso de nuestro relato nos lleva ahora a tratar del Egipto, y la consideración de este asunto arrojará inmensa luz sobre su primitiva historia. El primer acontecimiento fue la traslación de una gran logia de iniciados. La Edad de oro de los toltecas había pasado hacía mucho tiempo. El establecimiento respondió a sus fines, y la logia de iniciados, no estorbada por condiciones desfavorables, realizó su obra durante 200.000 años aproximadamente.

Entonces fue cuando la primera gran masa de emigrantes fue sacada de la Atlántida, siendo construidas las dos grandes pirámides de Gizeh durante los 10.000 años que precedieron a la segunda catástrofe, en parte como lugar permanente de la iniciación, y en parte también para servir de arca donde se custodiara algún gran talismán mientras durase la sumersión que era inminente, según los iniciados sabían. El mapa número 3 presenta el Egipto bajo las aguas, en la fecha a que nos referimos. Así permaneció por largo espacio, pero al surgir de nuevo, fue otra vez poblado por los descendientes de muchos de sus antiguos habitantes, que se habían guarecido en las montañas de Abisinia, así como también por nuevas bandas de colonizadores atlantes venidos de diversas partes del mundo. Realmente, excepción hecha de las dos grandes pirámides mencionadas, ningún edificio de Egipto es anterior a la catástrofe de hace 80.000 años.

La sumersión definitiva de Poseidón, lanzó otra oleada sobre Egipto. Esta fue también una calamidad pasajera, mas puso fin a las dinastías divinas, porque la logia de iniciados se trasladó a otros países. Los turanios, que en el período del primer mapa habían colonizado las comarcas septentrionales de la tierra situada inmediatamente al Este de la Atlántida, ocuparon en la época las costas meridionales de aquella . Encuéntraseles también vagando hacia el Este, hasta que llegaron a poblar las costas oriental y occidental del mar central de Asia.

Finalmente, algunas bandas se dirigieron aún más al Oriente, de donde proviene que el tipo más aproximado a esta raza se encuentre hoy en el interior de la China. Dominados durante siglos por sus más poderosos enemigos los toltecas, estaba, sin embargo, reservado a una pequeña rama del tronco turanio, el conquistar el último grande imperio de los toltecas, pues los brutales y apenas civilizados aztecas, eran de pura raza turania. La subraza a la que correspondía este número -la semita- estaba precisamente en vías de desarrollar su cerebro y su inteligencia, a expensas de las percepciones psíquicas, y este mismo desarrollo de la inteligencia, llevado a más alto nivel, es a la vez la gloria y el destino de nuestra quinta raza raíz.

Las tribus que resultaron de la selección efectuada por el Manu para formar la nueva raza raíz, emprendieron al fin su camino hacia las costas meridionales del mar central de Asia, y allí se estableció el primer gran reino ario. Cuando se imprima la conferencia sobre el «origen de una raza raíz», se verá que muchos de los pueblos que acostumbramos a llamar semitas, son, en realidad de sangre aria. Los acadios, aunque al fin llegaron a ser dominadores de la Atlántida, tuvieron su cuna, como ya hemos visto, en la época del segundo mapa, en el continente inmediato, siendo su solar aquella parte del Mediterráneo, que cae poco más o menos en lo que es hoy isla de Cerdeña. Según se dijo, contribuyeron también a poblar el Egipto.

Los primitivos etruscos, los fenicios , y los sumero acadios fueron ramas de esta subraza, y los actuales vascos tienen probablemente más sangre acadia en sus venas que otra alguna. Es este lugar oportuno para hacer referencia a los primitivos habitantes de las islas británicas porque en la primera edad de los acadios, hace próximamente 100.000 años, fué cuando la colonia de iniciados, que fundó a Stonehenge, desembarcó en aquellas costas, que eran por descontado, las de la porción escandinava del continente europeo, Los sacerdotes iniciados y los que con ellos iban, parece que pertenecieron a una de las primitivas familias de la raza acadia. Como verán los que lean la conferencia sobre «Las pirámides y Stonehenge», la ruda sencillez de Stonehenge tuvo por objeto protestar de la ornamentación extravagante y recargada que se usaba en los templos de la Atlántida, en donde los habitantes habían caído en el degradado culto de sus propias efigies. La existencia de sangre mongola en algunas tribus indias de la América del Norte, ha sido también reconocida por diferentes etnólogos.

Los húngaros y los malayos son considerados como renuevos de esta raza, ennoblecido el primero por la infusión de sangre aria, y degradado el segundo por la mezcla con la ya estéril sangre de los lemures. Pero el hecho interesante acerca de esta raza mongola, es que su último vástago -los japoneses- se encuentra todavia en pleno vigor, pues en realidad, no ha alcanzado todavía su zenit, y aún le queda vida bastante para figurar en la historia.
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