Las escuelas que preparaban a los sabios en atlantida

 Como preliminar de las noticias que vamos a dar sobre la educación que se recibía en las escuelas y en los colegios de la Atlántida, diremos unas pocas palabras acerca del lenguaje tolteca era universal, no solo en todo el continente sino también en las islas occidentales y en la porción del continente oriental, sujeta al dominio del emperador. 

Verdad es que sobrevivían restos de los idiomas rmoahal y tlavatli en comarcas extraviadas, al modo que hoy existen entre nosotros los idiomas celta y cimbrio en Irlanda y el país de Gales, La lengua tlavatli fué la base de la turania, en la cual, andando el tiempo, se introdujeron tales modificaciones que llegó a ser un lenguaje del todo diferente. 

Los semitas y acadios, a su vez, adoptando como punto de partida el idioma tolteca, lo modificaron respectivamente a su manera y produjeron dos variedades divergentes. 

El idioma tolteca, a través de tantas edades, mantuvo su pureza, y el mismo lenguaje que se hablaba en la Atlántida en los días de su esplendor, fué usado, con ligeras alteraciones, miles de años más tarde en el Perú y en México.


Las escuelas y colegios de la Atlántida, en los días de la grandeza tolteca, así como en los subsiguientes periodos de cultura, estaban sostenidos por el Estado. Las escuelas primarias servían para hacer una selección. Los que daban muestras de aptitudes reales para el estudio, pasaban a las escuelas superiores a la edad de doce años próximamente, en unión con los hijos de las clases dominantes, las cuales tenían naturalmente mayor capacidad. La lectura y la escritura, consideradas como meros preliminares, les eran enseñadas en las escuelas primarias.

La mayor parte de los niños pasaba, por tanto, a las escuelas técnicas que mejor se acomodaban a sus diversas altitudes. Las principales eran las escuelas de Agricultura. No había en aquellos tiempos médicos de profesión, pues todo hombre educado sabía más o menos de medicina, así como de la curación por el magnetismo. Pero con el tiempo, lo que los colegios de enseñanza superior de la Atlántida se ocupaban en desarrollar con preferencia, fueron los poderes personales que Bulwer Lytton llama Vril, cuyo empleo con tanta exactitud describió en su libro The Coming Race.

En un imperio de las condiciones del tolteca, era natural que la agricultura fuese objeto de una grande atención. No sólo se instruía a los labradores en escuelas especiales, sino que había colegios para preparar a personas idóneas, a fin de que se dedicasen luego a los ensayos de cruzamientos de plantas y animales.

Los experimentos que llevaron a este resultado, fueron obra de las escuelas de

Agricultura de la Atlántida, dirigida, por supuesto, por inteligencias superiores. Pero el caso más notable del perfeccionamiento de la agricultura atlante, fue la evolución del plátano banana. Entre los animales domésticos de la época tolteca, había algunos que parecían tapires muy pequeños. Habitaban también en compañía del hombre grandes animales parecidos al gato, y otros semejantes al lobo que fueron los antecesores del perro.

Los antepasados del alce irlandés vagaban en rebaños por las laderas de los montes, como nuestro ganado vacuno, demasiado salvajes para consentir que se les acercase la gente, pero, sin embargo, sujetos al dominio del hombre. También es notable que se valieran de luces de distintos colores en las habitaciones en que se llevaban a cabo estos experimentos, con objeto de obtener variedad en los resultados. 
Este poder del hombre de modelar a voluntad las formas animales, nos lleva a tratar de un asunto de los más misteriosos. Para realizar paso a paso estas mejoras en las formas animales, se requería la ayuda y cooperación del hombre.

Pero esta obra común acabó muy pronto. Cuando en vez de obrar lealmente para un fin común, bajo la guía de sus reyes iniciados, comenzaron los hombres a combatirse mutuamente, los animales, que de un modo gradual podían haber ido adquiriendo, con los cuidados del hombre, formas cada vez más útiles y apropiadas para el servicio de éste, abandonados a sus propios instintos, siguieron naturalmente el ejemplo de su monarca ya su vez, comenzaron a devorarse unos a otros.

 El león debía haber sido un animal de condición suave y de aspecto menos fiero
, si la humanidad de aquellos tiempos hubiese realizado la tarea que le fue encomendada. Dejando aparte la cuestión de si estaba llamado a morar junto al cordero y a comer paja como el buey, el destino que le estaba asignado en la mente del Manú no se ha cumplido todavía.

Su arquetipo era el de un poderoso animal domesticado, una bestia fuerte, de lomo llano, con grandes e inteligentes ojos, ideada como el auxiliar más potente del hombre para los servicios de tracción.

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